18 Marzo 2.012
La cabeza propone y el corazón dispone.
Estaba esperando a que dieran la salida y todavía no sabía como iba a afrontar la carrera, se lo había comentado a Juan Pedro unos minutos antes cuando hablamos, salir tranquilo y a ver que pasa.
Vamos
ultimando detalles y entre fotos con algunos de mis nuevos compañeros
de equipo y esos pensamientos dubitativos estaba cuando anunciaron por
megafonía que quedaba un minuto para la salida, y yo sin conectar el
garmin ni calentar nada de nada, preparo el crono rápidamente y cuando
suena el disparo aún no ha pillado satélites, voy andando despacito, y
milagrosamente antes de cruzar la alfombra se conecta, ¡ Uff ! menos
mal, y ahora qué?. Ah! que hay que correr más de 42 kilómetros, pues
nada, a por ello.
Decido
trotar hasta que el pulsómetro se estabilice en 140 pulsaciones, la
gente se va poco a poco acomodando y en el kilómetro 3 veo algo menos de
16' en el crono. No está mal pero no me he levantado a las 6 de la
mañana y me he hecho 90 kilómetros un domingo para venir a trotar un
poco, así que decido que voy a exigirme un poquito más, hasta las 150
pulsaciones, y empiezan a salir kilómetros en torno a 5'. El día está
perfecto, después de una semana muy calurosa, el domingo amanece con 8
graditos que saben a gloria cuando se trata de correr, la carrera es a
dos vueltas a un circuito de 21 kilómetros bastante llano, aunque con
dos tramos de subida continua tendida y otros dos de bajada, y con
demasiados kilómetros por zonas bastante solitarias y pobres de
animación, no encuentro ningún grupo que se acople a mi ritmo, pero voy
muy cómodo, me tomo un gel en el 14 y decido seguir así la primera
vuelta para conocer el recorrido y después seguir improvisando; un poco
antes de llegar a la Media conecto con un grupito que escolta a una
chica que busca bajar de 3h40' y me uno a ellos durante unos kilómetros,
pasamos la Media Maratón en algo más de 1h45', practicamente el mismo
tiempo que en Sevilla, pero con 10 ppm medias menos, significativo.
Paso por la Media Maratón |
El
kilómetro 30 coincide con una de esas zonas de subida del circuito que
acaba en el colegio Diocesano, en este punto hice un experimento nuevo,
en otras maratones había tenido un problema en los kilómetros finales, y
es que no asimilaba el líquido que ingería, me notaba el estómago
hinchado y sin embargo mantenía mucha sed, y eso repercutía tanto en mi
estado de hidratación como en malestar en el vientre. Leí por ahí que
los asiduos a pruebas irons y ultras introducían alimento salado y
pastillas de sal para facilitar esa asimilación y decidí probar, en un
principio no sabía que usar, pero a última hora me decidí por llevar una
bolsita con semillas de soja fritas saladas que encontré en un
Mercadona y la verdad es que fue todo un acierto, quizá fuera efecto
placebo o quizá no, pero me noté en plenitud de facultades a partir del
kilómetro 32, vi al tío del mazo, pero reflejado en otros corredores, no
en mí, de tal forma que fui acelerando el paso poco a poco.
El
34 también picaba hacía arriba, me tomé el último gel y empecé a pasar
corredores, las rodillas empezaron a quejarse, creo que no están
acostumbradas a ese ritmo después de tantos kilómetros, pero no les iba a
hacer caso, al paso del punto kilométrico 36 vi que llevaba algo más de
3 horas y por primera vez pensé que si lograba mantenerme a 4:45, podía
llegar a bajar de 3h30', así que me puse a tirar y en esos últimos
kilómetros a mí me pasaron 2 corredores que iban como una moto mientras
que yo pasé a más de 30, una auténtica gozada. Mis cálculos hubieran
dado resultado si un Maratón tuviera 42 kilómetros, me faltó pensar en
los 195 metros finales, así que al aparecer en la recta de meta y ver a
lo lejos como subía al reloj oficial el 3h31', ya supe que no podría
ser, mi garmin marcó 3h30'58'', pero nadie me quita haberme dado en esta
prueba un auténtico festín de endorfinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario